Tras más de 37 años trabajando en Agroseguro, desde 2005 como directora general, Inmaculada Poveda se ha jubilado el pasado 1 de abril. En esta entrevista repasa los cambios vividos por el seguro agrario durante las últimas décadas años y algunas de las claves que han permitido la evolución del seguro agrario, al que no duda calificar como “milagro”.
En sus palabras, cada uno de los participantes en el Sistema aporta “lo que mejor sabe hacer: las compañías asumen el riesgo, las administraciones públicas dan ayudas y perfilan su funcionamiento y los representantes de los agricultores y ganaderos nos hacen llegar sus necesidades. Al final, el seguro agrario tiene especialistas en lo mejor que cada uno sabe hacer. Además, hay una parte fundamental, que es el reaseguro que da el Consorcio de Compensación de Seguros”.
De todos estos años destaca, además, la confianza en el sistema, por el esfuerzo realizado para ofrecer calidad de servicio cuando más falta les hace a los asegurados y porque cuando hay un siniestro grave “nadie pone en duda que el Sistema va a tener la liquidez suficiente” para afrontarlo y abonar las indemnizaciones, que ahora “se pagan en 23 días”. También el importante avance tecnológico realizado por el Sistema Español de Seguros Agrarios y la labor realizada por Agroseguro para acompasar a todos los partícipes en ese avance, tanto entidades, administraciones o asegurados.
Tras trabajar en la Dirección General de Seguros y en una entidad aseguradora, Inmaculada Poveda terminó incorporándose a Agroseguro en 1985. Del seguro agrario siempre le llamó la atención la unión entre el trabajo de los agricultores “que ponen una semilla y consigue un producto que sirve para alimentar a mucha gente” con su gusto por los números y la estadística, y el reto de pensar “cómo poder aplicar las herramientas estadísticas” en el seguro.
De los primeros años recuerda que, principalmente, se hablaba de “pertinaz sequía” o “helada negra” en producciones concretas, frente a la situación actual en la que el seguro agrario es una herramienta que da cobertura a otros muchos riesgos, y más complejos. Además, recuerda que la situación de los cultivos no tiene nada que ver con los de entonces, porque “España era por entonces un país fundamentalmente cerealista y ahora ha ido evolucionando hasta ser el primer exportador de frutas y verduras y el seguro ha sabido ir adaptándose a esos nuevos cultivos y a sus cambios”.
Durante todo este tiempo, confiesa haberse sentido arropada y acompañada por los compañeros, “el capital más importante” de Agroseguro, y muy emocionada cuando recuerda “el carácter social” del seguro, que trasciende más allá de un asegurado o un agricultor y revierte en todo su entorno. Recuerda con especial emoción cuando un agricultor le explicó, tras un siniestro, que “podía seguir trabajando y con la explotación gracias al seguro”.
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